La culpa es como un puñal que cuando se clava siempre desgarra. El que lo recibe es un alma limpia y se le destruye por el dolor que causa ese puñal. No sabe por qué, es un alma limpia, no concibe la malidicencia, el horror de la mentira y causa tanta angustia que se pierde de si misma, se desconoce porque esta alma ha vivido en una pureza limpia, está absorta en el bien, pero se le destruye desde fuera.