Nos hemos convertido en moneda de cambio en este mundo, incluso la oración la hemos convertido en moneda de cambio. El Señor dice que una cosa es la oración como una alabanza y está bien y otra es la santificación del alma. Porque a veces convertimos la oración también en moneda de cambio: yo Te doy Señor y Tu me das, por ejemplo, el cielo. Pero sin embargo cuando tu te pones delante del Señor, abierto , libre y en una relación de amistad y Le dices: Señor aquí estoy, mira como me encuentro… El te llena y te da lo que El sabe que necesitas. Así es.
La oración : Es una búsqueda de Su rostro siempre, del diálogo directo con El, con la súplica de Su Paz, de Su ayuda, en la confianza y en la libertad. ¿ Quién puede decir yo espero de …( Antonio por ejemplo) si no lo conozco ni identifico? De quién decimos que esperas?. La espera es saber quién te va a dar, es una escucha de reconocimiento. Yo espero de ….. porque se que puede darlo. A nivel divino siempre será así, quien espera de Mi siempre recibe y sabrá en lo mas profundo de su corazón que es exactamente lo que su alma necesitaba en ese momento que lo recibe. Mi tiempo no es vuestro tiempo. La oración es una súplica de amor, de encuentro y en éste siempre hay gozo, ¿ comprendéis?.
La oración con el entendimiento va incluida en el Amor, y el que siente amor por Mi es como una fuente de continuo manantial de expulsar agua de su interior, y eso inunda al que está cerca de Mi. Ese alma Me reconoce y está gozosa de ese encuentro, la intensidad depende del regalo que Yo quiera darle y también de lo que esa alma se abra, ¿ comprendéis?. Es la Santa oración al encuentro, y en el encuentro con su Dios. Es tan puro ese Amor, es tan dulce la entrega, es tan hermoso ese regalo, que el alma siente satisfacción, alegría y el sosiego de la Vida, traspasándola mucho mas allá de lo que el ser humano puede imaginar, es la Unión y eso es por lo que el alma implora y suplica a su Dios. La Unión con El, el encuentro con El, la sublime alegría de gozar de Su Presencia tanto allá como acá. Como el saber decir si quiero. Es la fusión y ahí estoy Yo, el Espíritu Santo de Dios.
Hasta para recibir siempre hay como un haber del que se sabe receptor: si no te sabes receptor, ¿ cómo reconoces al que te está dando?. Yo doy y el que recibe Me reconoce. Reconocimiento es saberse receptor aunque no identifique al Dador.