Habla la Virgen: Cuando el Amor inunde a esta humanidad, Yo reinaré en ella. La Reina de los cielos se hará presente en ella y gozará de la alegría de sus hijos. Confiad y esperad. Solo eso. Mi hijo sabe el Amor que siento por Su Misión, por vosotros, por todos. Soy Yo la Madre de los Cielos, la Reina encarnada en el Amor. Suplico al Padre para que Su misión, la de Mi Hijo, sea cumplida. El Amor de una madre, siempre está ahí y os protege, ya sabéis, por encima de las acechanzas del mal, Yo ilumino en el corazón de Mi Hijo, tan unidos vuestros caminos. No lo dudéis. En cada rayo de luz está el corazón de Mi Hijo. Sosegaos y confiad. Así la vida es diferente y os quiero felices para Mi Gloria, la Gloria Mía ( Mi Hijo) y la del Padre. Gozaros todos viviendo en el Amor. La unión es uno y Yo comparto con ellos el saber de su Corazón. Sosegaos y aclamad el santo Nombre para que os llene y os llegue con mas rapidez, mas enlazados a El, al Uno, al Padre y desde ahí partamos todos en su glorificación. Confiad y esperad. Soy Yo y Mi Madre.
Cuando el alma se siente preparada, se va trascendiendo todo, va trascendiendo, comprendiendo la poca validez de lo humano, el apego a la materia, la falta de solidez de los propios sentimientos y comprende que solo el abandono la conduce a una felicidad inespecífica, pero a su vez completa, que la llena de alegría y libertad. Todo le produce un saber de Yo Soy, ahora sí.
( Esto cuando actúas desde los esquemas y patrones humanos) : En el fondo hay un pequeño resquemor, una salud de vida que te avisa que vas en tu contra. Hay un sentido de identidad propio que no ves pero te demanda encontrarte contigo, por eso nada te encaja. Si viéramos que somos únicos y diferentes no necesitaríamos ni encajar en los demás ni buscar la identidad fuera, porque seríamos felices.