Aprended a ser firmes, claras, contundentes con vuestras palabras, con la firmeza de la seguridad que tiene la Verdad, sin expectativas de cambio para nadie, solo para vosotras.
Nunca olvidéis de ser prudentes, siempre con la prudencia del que sabe que dice la Verdad en su momento, que es el que Yo diga.
(recordado, no literal): os quedais enganchadas en los egos de lo que dicen porque esperáis que fuera de otra forma, que pensaran de forma diferente, que os comprendan… y esto os quita de ver la Verdad que también la sentís en vuestro corazón.